El albinismo es una mutación genética que afecta a diferentes genes y como consecuencia se produce una reducción o ausencia total del pigmento llamado melanina que da color a ojos, piel y pelo. Normalmente, leste pigmento lo producimos porque en reacciones que tienen lugar en nuestro organismo transformamos una molécula llamada tirosina en la melanina. Las personas que sufren albinismo no pueden llevar a cabo esta transformación o lo hacen a niveles insuficientes. El albinismo es una condición genética, no una enfermedad, sin embargo la ausencia de melanina tiene consecuencias en los organismos: la melanina nos protege del sol y participa en el proceso de la visión, por lo que tanto la piel como la vista necesitan en estos casos cuidados especiales.
No sólo afecta a seres humanos, si no que también se encuentran en algunas especies de animales. Algunos animales se han hecho incluso famosos por su albinismo: Copito de Nieve (Gorila del Zoo de Barcelona), los pavos reales blancos (como los del zoológico de Jerez), o los dos únicos ejemplares de puerco espines blancos en España (nacidos y que se encuentran actualmente en el Zoo de Castellar de la Frontera de Cádiz).
Esta mutación genética se hereda, y se trata de un carácter recesivo (lo que significa que ambos padres deben portar la mutación para que se pueda dar en la descendencia el albinismo). Esto a provocado que la isla de Puerto Rico sea considerada como la “Capital Mundial del Albinismo”, ya que existe una gran proporción de la población que contiene la mutación en sus genes y que siguen herendando su descendencia.
Como experiencia, puedo contaros no sólo que he recibido un buen bocado de Sam, uno de los puerco espines albinos, y que son preciosos, si no que mi segundo perro resultó ser albino. Lo trajo a casa mi abuela, y era una pequeña bolita de pelo blanca con los ojos casi ni azules, y con la trufa y la piel completamente rosada. Observamos que no quería salir de la casa. Al principio pensamos que era por miedo, porque era muy pequeño, pero parecía raro que ni con comida quisiera salir al gran jardín que tenía para él. Lo cogía en brazos y lo llevaba de un lado a otro, y el siempre buscaba un árbol para echarse a su sombra. Ahí pensabamos que no era miedoso, que era flojo. Pero nos preocupaba su jadeo. Hasta que lo vimos llegar hasta la casa caminando sólo y exclusivamente por donde había sombras por lo que vimos que ocurría algo extraño relacionado con el sol. Fue entonces cuando nos dimos cuenta. no era miedoso, ni flojo, como confirmaría el veterinario, era albino!
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