EL APEGO (1/2)

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Si me preguntáis qué es el «apego» os diré que el apego es vida, naturaleza, es instintivo, visceral, auténtico, no es un concepto, es un proceso, un cúmulo de sucesos. Pero como necesitamos poner palabras a los hechos, un comportamiento típico de los primates humanos, podríamos definir el apego como el vínculo o relación intensa que se da entre una cría y su madre, padre, o persona que le cuida y da respuesta a sus necesidades o expectativas físicas, emocionales y afectivas. Esta relación se inicia y se construye desde que nacemos y durante la primera infancia, aunque se prolonga durante toda la vida, con nuestra pareja, amigos/as e hijos/as. Pero si esto es así, si esta relación se da entre dos seres, uno que es cuidado y otro que le cuida, en un lazo que une y que se retroalimenta, un nuevo cordón umbilical… ¿Puede el apego surgir entre hermanos/as? ¿Entre dos amigos/as? Es más, ¿tan solo existe entre primates humanos? ¿Podría haber apego entre un humano y otro animal? Profundizaré en ello en unos días, pero ahora dediquémonos al apego entre primates humanos.

Apego entre hermanos.

Fue el psiquiatra y psicoanalista infantil John Bowlby quien formuló la Teoría del Apego. Definió un nuevo concepto totalmente innovador para aquella época y además precisó las diferencias entre un apego seguro y un apego inseguro. Tal y como nos sugieren las propias palabras, el «apego seguro» significa una relación de proximidad con el padre o la madre o cuidador/a; un vínculo que se establece cuando el adulto sabe atender, interpretar y responder de manera adecuada a las necesidades de la cría. Fue la psicóloga Mary Ainsworth quien desarrolló la primera herramienta para evaluar el tipo de apego en niños/as de entre 12 y 18 meses de edad usando la técnica de la «situación extraña». Durante este experimento se simularon interacciones entre el/la cuidador/a y el/la niño/a en presencia de juguetes, en distintas fases y con un extraño. Esta investigación permitió ver la reacción que mostraban los bebés ante la ausencia temporal de su madre y cómo respondían durante el reencuentro. Los niños con apego se intranquilizaban ante la ausencia de la madre, pero se tranquilizaban rápidamente a su vuelta; en el «apego inseguro» esta intranquilidad ante la separación podía ser de muy intensa (apego resistente) a prácticamente nula (apego evitativo), y el reencuentro con la madre podía ser ambivalente (con resistencia al contacto físico en el apego resistente) o de ignorancia (apego evitativo).

Muestras de afecto (abrazos) en el apego seguro

 

Sí, el apego se estira en el tiempo y permanece durante la mayor parte de nuestra vida. Las experiencias y sensaciones que vivimos durante nuestra infancia son la base sobre la que se asienta nuestro mundo emocional adulto. Si hemos establecido un vínculo y relación segura de apego cuando éramos niños/as tendremos una vida afectiva más, podríamos decir, «cómoda». Así que malcriar o malacostumbrar no es tener demasiado tiempo en brazos a un bebé, jugar demasiado con él, que duerma con nosotros/as… malcriarlo es otra cosa. Se trata, como siempre, de procurar vivir el momento como único y, por tanto, responder cuando se nos necesita, porque ese momento, esa necesidad, de esa manera, no se volverá a repetir.

Muestras de afecto (besos) en el apego seguro

 

Este post está escrito por Suani Armisen, podéis saber más de su trabajo en su web: https://infanciaprimate.wordpress.com

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