El cerebro colectivo o en enjambre es propio de animales que viven en grupo y les permite tomar decisiones en conjunto que les suponen un beneficio evolutivo: se comporta el grupo entero como si fuera sólo un grupo. Esto explicaría el movimiento tan perfectamente coreografiado de bancos de peces, o cuando un grupo de ñus huye en estampida de forma conjunta y a la vez.
A principios del siglo XX Edmund Selous en sus observaciones ornitológicas se percató que debería haber algún mecanismo más allá de los pensamientos de cada individuo por su cuenta, y que los animales se comunicaban de alguna forma para actuar en conjunto.
Científicos estadounidenses e ingleses, como Couzin han estudiado enjambres de algunos insectos y los grupos de animales, demostrando que estos animales que viven en colectivo responden a leyes grupales en las que cada individuo aporta para el grupo. De hecho consiguieron elaborar leyes matemáticas que a través de un programa informático fueron capaces de predecir el comportamiento de un grupo de unas 200 hormigas.
Evolutivamente esto supone una gran ventaja para los animales que viven de forma gregaria: la protección del grupo por un lado y la mayor productividad posible que de forma individual no podrían alcanzar.
En el Instituto Max Planck existe un departamento completo dedicado al estudio del comportamiento colectivo, puesto que se considera que estos descubrimientos podrían aplicarse al ser humano e incluso a la creación de robótica avanzada. En este link podéis encontrar más información.
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