EL FANTÁSTICO MUNDO DE LAS HORMIGAS

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Camponotus cruentatus

Creo que no necesita mucha presentación porque él mismo os va a explicar quién es y qué hace. Le conocí en una charla que di en la EBD a algunos doctorandos y me pareció que tenía mucho que contar de un mundo fascinante: el de las hormigas. Por eso le invité a participar en el blog. Las fotos que acompañan todo el post son suyas, y a partir de aqui os dejo con sus palabras.

 

Hola, soy J. Manuel Vidal-Cordero (aunque todos me llaman“J”) y soy mirmecólogo. Me puedo imaginar la cara que estás poniendo en este momento al leer semejante palabrota, tanto si conoces el término, como si no. Esto me recuerda la decepción que se llevó mi padre hace 4 años, cuando le informé de que invertiría mis años de investigador predoctoral en la Estación Biológica de Doñana para realizar una tesis que tendría a las hormigas como protagonistas. – ¿Y no te gustaría más hacer la tesis sobre el lince ibérico o sobre el águila imperial? – Fue su escueta respuesta al recibir semejante noticia. Pero lo cierto es que no, no me hubiera gustado más. Como biólogo me fascina toda forma de vida existente, pero para las hormigas guardo un lugar muy especial. Si leyendo estas líneas, te sientes familiarizado con la opinión que tenía mi padre, quizás sea porque no conoces lo suficiente el fANTástico mundo de las hormigas.

Leyendo a la sombra de un árbol, echando una cabezada después de un picnic, o dando un paseo por uno de los parques de tu ciudad, la probabilidad de que una hormiga se tope contigo, antes que cualquier otro animal, es altísima. Las hormigas son muy abundantes, tanto que, si pudiéramos coger todas las hormigas del mundo y pesarlas, su masa sería equivalente a la masa de todos los seres humanos. Además, las hormigas están presentes en todos los continentes, exceptuando la Antártida. Existen aproximadamente unas 13.000 especies de hormigas descritas en todo el mundo, pero las estimaciones sugieren que aún quedan unas mil más por describir. La mayoría de las especies se concentran en las regiones tropicales, donde unas pocas hectáreas pueden albergar unas 500 especies de hormigas. Una cifra similar a la encontrada en toda Europa.

Solo en la Península Ibérica, hay descritas más de 290 especies de hormigas. Y acompañando la gran riqueza de especies, encontramos una gran diversidad de formas. En la península las hay con ojos muy grandes (Cataglyphis spp), otras de ojos minúsculos (Solenopsis spp), e incluso existen algunas que tienen los ojos en forma de judía (Goniomma spp). Cabezas cuadrangulares (Leptanilla spp), alargadas (Aphaenogaster spp), triangulares (especies del género conocido antes como Pyramica y ahora llamado Strumigenys), y un largo etcétera. En algunos casos, las diferencias entre especies son muy sutiles. Ejemplo de ello son algunas especies del género Lasius, que se distinguen por la presencia o no de unos “pelillos” en las antenas, y en aquellas especies en las que estos están presentes, el grado de inclinación de estos con respecto a la antena… ¡Uf! Esto tiene que poner el mundo patas arriba a aquellas personas que pensaban que solo estaban las negras, las rojas y las amarillitas. La diversidad de formas llega a tal punto, que en otros lugares del mundo existen especies con formas tremendamente extravagantes, propias de un bestiario, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Este grupo de insectos tan abundante, rico en especies y diverso, tiene como parientes cercanos a las avispas, con las que comparten un ancestro común que a lo largo de la evolución se diversificó, dando lugar a la familia de las hormigas, la familia Formicidae. De hecho, si observamos de cerca una hormiga alada (porque hay hormigas aladas), notaremos que guardan mucha similitud con sus “primas”, las avispas. La estructura de las alas, la cinturita o la presencia de aguijón, son algunas de las semejanzas existentes entre ellas. Otra de las peculiaridades que comparten con las avispas, es su forma de vida en sociedades compuestas por al menos dos grupos de individuos o castas: 1) los que se encargan de la reproducción o casta reproductora, que son las reinas encargadas de poner los huevos y los machos que las fecundan y 2) la casta trabajadora, que se encarga de llevar a cabo todas las tareas necesarias en beneficio de la reproducción de los primeros. A éstas últimas, se las conoce con el nombre de obreras, son estériles y son todas hembras.

La vida en sociedad de las hormigas me hace reflexionar sobre lo expresado por el biólogo Mark W. Moffett, quien dice que “los seres humanos nos parecemos más a las hormigas que a los chimpancés”. Merece la pena pararse a pensar en la cantidad de problemas que los seres humanos compartimos con las hormigas como consecuencia de vivir en sociedades compuestas por cientos, miles y millones de individuos. ¿Qué simio tiene problemas de salud pública, construcción de carreteras o distribución de mercancías entre otras cosas? Complejas sociedades fundadas en general por una princesa que, tras abandonar la zona de confort que constituye el hormiguero donde nació, vuela al exterior para vivir una auténtica odisea antes de poner su primera puesta de huevos. La cópula se realiza en unos vuelos nupciales (o enjambrazones) en los que la futura reina recibirá esperma de varios machos, y los guardará en un saco especial donde los mantendrá vivos para fecundar los huevos que ponga durante toda su vida como monarca, pues no volverá a copular jamás. Después de sortear diversos peligros, desde los que se encuentran el parabrisas de un coche hasta servir de alimento a pájaros insectívoros, pequeños mamíferos, lagartijas, ranas, sapos, culebrillas ciegas y un amplio espectro de invertebrados depredadores, toca encontrar un buen lugar de nidificación y desprenderse de esas alas que les permitieron llegar a donde están, pero que a partir de ahora no tendrán más utilidad. Al desprenderse de ellas las consumen como alimento, pues son una importante fuente proteica y saben que pasará tiempo hasta que las primeras hijas obreras salgan al exterior a buscar comida. En fin, que la vida de la monarca no es nada fácil, al menos al principio. No obstante, ni es la única forma de fundación existente, ni solo existen hormigueros compuestos por una única reina.

Araña de la familia Salticidae con una reina hormiga Messor barbarus de presa.

Las sociedades de hormigas pueden llegar a ser tan complejas… Un buen ejemplo de ello son las sociedades de hormigas cortadoras de hojas del género Atta de América del Sur. Las hormigas de este género tienen un nombre vernáculo que no ha sido elegido de forma aleatoria. Las obreras de mayor tamaño cortan pedazos de hojas de árboles y arbustos y los transportan al hormiguero. A priori, podrías pensar que lo hacen para alimentarse de ellas, puesto que es bien conocido por todo el mundo el comportamiento de recolección de alimento por parte de las hormigas. Pero lo cierto es que detrás de este comportamiento hay una finalidad aún más curiosa. En el interior del hormiguero, los pedazos de hojas son almacenados en cámaras donde obreras de menor tamaño los despedazan en trozos más pequeños. Luego son transportados a otra cámara donde los esperan obreras más pequeñas que vuelven a repetir el proceso, y así sucesivamente, como una gran cadena de montaje en la que cada eslabón es llevado a cabo por obreras de tamaños diferentes, hasta generar una especie de papilla que utilizan como “abono” para “cultivar” un hongo del cual se alimentan. Si querido lector, has leído bien. La agricultura ya fue puesta a punto mucho antes de que a cualquier ser humano se nos ocurriera.

Para comunicarse, las hormigas pueden hacer uso de distintos sentidos dependiendo del mensaje que quieren comunicar. El tacto, entre otras cosas, es utilizado para solicitar comida. Basta con tocar con una pata la “boca” de una compañera de hormiguero para estimular a esta a que “regurgite” sustancias nutritivas que guarda en una cavidad especial. La vista no solo se utiliza para orientarse en el exterior del nido. Se ha demostrado como en algunas especies, se llevan a cabo danzas estereotipadas levantando el abdomen y abriendo las mandíbulas para comunicar ciertos mensajes que son percibidos a través de la vista por parte de las compañeras de nido.  Por si fuera poco, las hormigas cantan, y de forma parecida a como lo hacen los grillos, saltamontes y cigarras. Para ello, frotan una estructura que parte del final de su “cintura”, llamada rascador, con una placa rugosa ubicada al principio de su “abdomen”, emitiendo un sonido apenas perceptible por el oído humano y al que los expertos llaman estridulación. El sistema funciona de manera similar a cuando pasas una cuchara por una botella de anís para acompañar los villancicos en épocas navideñas y las vibraciones del sonido emitido son percibidas por un órgano de audición situado en las antenas.

Pero el sistema de comunicación por excelencia en las hormigas es el olfato.  Las antenas de las hormigas tienen unos receptores del olfato capaces de distinguir una amplia variedad de compuestos químicos. Las sustancias químicas que las hormigas emplean en la comunicación se conocen con el nombre de feromonas y hay tantos tipos de feromonas como mensajes se quieran transmitir: Feromonas de alarma, de rastro, de dispersión, sexuales, etc. Además, la superficie del cuerpo de las hormigas está recubierta de una sustancia de carácter ceroso que no solo impermeabiliza a las hormigas, sino que también les aporta una identidad colonial. Una especie de “documento colonial de identidad” que les permite reconocer a hormigas de su propia colonia.

Cataglyphis velox depredando sobre una oruga

Esta precisión en la comunicación valiéndose de tan amplio surtido de formas, hace posible la existencia de unos de los comportamientos más asombrosos del reino animal. Las hormigas tejedoras (Oecophylla spp) son capaces de “coser” los bordes de las hojas usando como herramienta para ello sus propias larvas, las cuales producen seda. Las hormigas bote de miel (Myrmecocystus mexicanus) tienen una casta de obreras especializadas en guardar alimento en sus “abdómenes” para servir de “despensas vivientes” de comida a las compañeras de hormiguero en las épocas de más necesidad en el desierto. Las hormigas de fuego (Solenopsis invicta) construyen “barcos” con sus propios cuerpos en cuyo interior protegen los sexuados y estadios juveniles para sobrevivir a las inundaciones de la Amazonia. Las hormigas cazadoras (Megaponera analis) tienen una casta de obreras que hacen la función de “enfermeras” y curan a las hormigas heridas de guerra después de las encarnizadas batallas contra las termitas. Pero esto no es todo… hay hormigas kamikaze (Colobopsis saundersi) que revientan al aproximarse una amenaza para su colonia, hormigas (Formica spp) que lanzan un chorro de ácido fórmico a 15 centímetros de distancia cuando se sienten amenazadas, hormigas cepo (Odontomachus spp) capaces de cerrar las mandíbulas a una velocidad de un tercio a un milisegundo cuando están de caza, hormigas buceadoras (Camponotus schmitzi) que bucean en los jugos gástricos de plantas carnívoras para buscar comida, hormigas porteras (Cephalotes varians) que utilizan su extraña cabeza aplanada como puerta de su hormiguero, hormigas legionarias (Eciton spp) nómadas que montan vivac, hormigas amazonas (Polyergus rufescens) que esclavizan a otras especies de hormigas, y un largo etcétera. Las hormigas son tan apasionantes que hay orugas de ciertas especies de mariposas, escarabajos y otros invertebrados que han descifrado su código de lenguaje químico para aprovecharse de los beneficios de vivir con ellas en sociedad; incluso hay arañas que imitan físicamente la apariencia de ciertas especies de hormigas que resultan poco apetitosas y dan algunos quebraderos de cabeza al animal que ose engullirlas. Las hormigas son realmente unos seres FORMIdables.

Por otro lado, la importancia funcional de las hormigas en los ecosistemas donde viven es irreprochable. Las hormigas participan en la polinización, y si bien no son tan eficaces en esta tarea como sus parientes las abejas, su gran abundancia permite que terminen polinizando solo por cansinas. Muchas especies de hormigas se alimentan de semillas de diversas especies de plantas, depredando sobre estas. En ocasiones las semillas se quedan por el camino o bien no son consumidas en el hormiguero por lo que las hormigas también contribuyen a la dispersión de las semillas. De hecho, hay especies de plantas que a lo largo de la evolución se han especializado en ser dispersadas únicamente por hormigas. Hay especies de hormigas que depredan sobre otros animales, y es bien sabido que muchas hormigas son fuente de alimento de otras muchas especies, en algunas de ellas formando un alto porcentaje de su dieta. Las relaciones con otros animales también son patentes. Ejemplo de ello son las relaciones que mantienen ciertas especies de hormigas con los pulgones. Estas “pastoras” tienen “rebaños” de pulgones que “ordeñan” para extraer una sustancia azucarada y a cambio los protegen de posibles depredadores y los ponen a “pastar” en lugares seguros cuando la ocasión lo requiere. Además, las hormigas son consideradas ingenieras de los ecosistemas puesto que con sus hormigueros subterráneos participan en el aireamiento del suelo y en los procesos de descomposición de la materia e intercambio de nutrientes. ¿Tengo que darte más razones para subrayar la importancia de mi animal favorito?

Cataglyphis hispanica sobre una flor de Asphodelus sp.
Messor barbarus transportando una semilla al nido.

La gran abundancia, riqueza de especies y diversidad, unido a la importancia funcional que ya hemos visto que tienen en los ecosistemas, y a su sensibilidad a los cambios ambientales (como las perturbaciones naturales o provocadas por el ser humano), hacen de las hormigas buenos bioindicadores o indicadores de la salud de los ecosistemas. Y es justo de eso mismo de lo que trata mi tesis doctoral. En ella, pretendo conocer lo efectos indirectos de los incendios forestales sobre las comunidades de hormigas y otros invertebrados bioindicadores como son las arañas y las abejas. ¿Sobreviven las hormigas a los incendios? ¿Son capaces de persistir en las zonas quemadas, sin cobertura vegetal y por tanto expuestas a un aumento de temperatura por radiación solar? ¿Colonizan con el tiempo las zonas quemadas a partir de zonas próximas no quemadas? ¿Hay diferencias en la composición de las comunidades de especies de hormigas entre zonas quemadas y no quemadas? ¿Qué rasgos de la historia de vida de las hormigas se encuentran más afectados por el fuego? Son algunas de las preguntas que intento contestar. Para ello me enorgullezco en decir que he tenido la oportunidad de recorrer toda Andalucía desarrollando el trabajo de campo en 35 zonas quemadas de diferente antigüedad (desde recién quemadas a 42 años de antigüedad) repartidas en las distintas provincias andaluzas. Durante mi trabajo de campo, he podido ver hormigas amantes del calor recorrer la superficie del suelo a las 14:00 de la tarde en pleno agosto a más de 60º sobre la superficie del suelo. También he presenciado robo de alimento por parte de unas especies de hormigas oportunistas a otras mientras llevan el preciado recurso al hormiguero, batallas campales entre una especie exótica e invasora y una especie granívora autóctona, defensa del alimento mediante una estrategia que bien recuerda la batalla librada en las Termópilas por parte de los espartanos, y un largo etcétera.

En definitiva, tengo la oportunidad de usar a las hormigas como herramienta para aportar mi granito de arena haciendo ciencia, y eso me hace feliz. Es lo que hace un mirmecólogo sumergido en el interesante océano de la mirmecología, la ciencia que se encarga de estudiar las hormigas. Y si a estas alturas de la lectura, las hormigas te siguen sin parecer lo suficientemente fANTásticas, quizás sea mi culpa. Quizás y solo quizás no haya sabido expresarme FORMIdablemente.

J. Manuel Vidal-Cordero en acción.

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