EL RADAR DE LAS LECHUZAS

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Las lechuzas tienen unas adaptaciones especiales para volar y localizar a sus presas, lo cual es muy importante ya que lo hacen durante la noche. Entre estas adaptaciones se encuentran sus oídos y la forma de percibir los sonidos.

Para empezar, los oídos están cubiertos por unas plumas especiales que permiten el perfecto paso del aire para no perder definición. Además, los oídos de las lechuzas son asimétricos: se encuentran a distintas alturas, uno está unos milímetros por encima del otro.

Si nos fijamos en su cara, en forma de corazón y aplanada, no la tienen así para ser más guapas, sino porque funciona como una antena parabólica que capta y distribuye el sonido hacia los oídos, llegando primero a uno y luego al otro por la diferencia de altura.

Al tener este sistema tan bien preparado, cualquier sonido que pueda emitir un ratón o cualquier otra presa, incluso el simple roce con la hierba al caminar es percibido por las lechuzas. Con estos sonidos “diseñan” en su cabeza un mapa del sitio que les sirve para ser implacables en su caza.

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