El ser humano también puede ser bueno para el ecosistema

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Siempre que pensamos en la relación del ser humano con la naturaleza, nos suele venir a la cabeza una imagen negativa de esta relación. Somos los destructores y sólo hacemos mal. Sin embargo, esto no es siempre así.

Por eso, hoy os quiero contar lo que un estudio científico demuestra sobre la relación de los cesteros indígenas potawatomis y la hierba sagrada que cortan para hacer las cestas que venden.

Tradicionalmente, los cesteros recogen las matas de hierba sagrada o hierba de búfalo (Hierochloe odorata) que crece en los claros del bosque. No la cultivan, simplemente llegan al prado y la recolectan.

A priori podría pensarse que esto es algo negativo para el prado y para la planta: la recolección elimina individuos de la zona, y por tanto el ecosistema se verá afectado.

En los últimos años, la hierba sagrada estaba desapareciendo de algunas zonas: su presencia disminuía. Y por otro lado el turismo reclamaba más cestas tradicionales que llevarte como souvenir. Sin embargo, la hierba sagrada es sagrada: las comunidades indígenas aseguran cuidarla y respetarla: “si utilizamos respetuosamente una planta se quedará con nosotros y prosperará. Si la ignoramos se marchará. Si no le mostramos respeto, nos abandonará.”

Así que una científica llevó a cabo un minucioso estudio: siguió las poblaciones de hierba sagrada en diferentes parcelas. Aquellas en las que se recolectaba, y aquellas en las que no. ¿Cuál fue el resultado? Pues en aquellas parcelas donde se recolectaba la hierba esta seguía creciendo y no estaba en declive. Aquellas en las que no había recolección las poblaciones caían.

¿Cómo es esto posible? Por un lado, la recolección va dejando huecos en los que las plantas pueden seguir reproduciéndose accediendo a la luz, sin que se “ahoguen” unas a otras. Además, cuando se recolecta se tira del tallo. El tallo subterráneo está lleno de yemas. Cuando se da el tirón, este se rompe, y las yemas comienzan a generar nuevos brotes.

Así que en este caso el ser humano forma parte del equilibrio del ecosistema. En realidad es fácil de entender, como cualquier herbívoro tomamos parte de la población de la zona y el ecosistema sigue funcionando. El problema viene cuando explotamos esos recursos sin ningún tipo de límite. Cuando los cesteros recolectan en un prado, dejan una señal para el siguiente. Así saben que esa zona ha sido recolectada. Y no se extrae de más. Ellos mismos necesitan que la hierba crezca sana para que puedan seguir tejiendo sus bonitas cestas y venderlas a los turistas.

Así que sí, el ser humano si no le vuelve la espalda a la naturaleza puede vivir en armonía con ella y no sólo ser el destructor que se nos ha dibujado.

Fuente:

https://depts.washington.edu/uwbg/research/theses/Caren_Crandell_2018_compressed.pdf

Una trenza de Hierba Sagrada

 

 

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