Como much@s ya sabréis, SEO Bird/Life escogió a la lechuza el ave del año en 2018, y creo que con esta gráfica queda claro el por qué:
Sus poblaciones están en grave descenso, especialmente en la región mediterránea sur que abarca la mitad sur de la península, la cuenca del Ebro y la costa mediterránea. En esta zona las poblaciones de lechuza se han reducido a la mitad.
Esto se debe a varios motivos. Entre ellos se encuentra el transformación de la agricultura hacia un modelo intensivo e industrializado, que lleva a un descenso de la biodiversidad en ellos y el uso excesivo de insecticidas y rodenticidas.
Además, están perdiendo lugares de nidificación por el cambio en arquitectura, sobre todo en el entorno rural. Por ello se quedan sin sus refugios en zonas donde vive el hombre y su territorio se limita a la zona más agraria, donde como comentábamos la situación también se les complica.
En concreto, me quiero detener a analizar el uso de rodenticidas y plaguicidas. Si el veneno debe actuar contra roedores y plagas… ¿Cómo puede tener tanta influencia en estas aves?
La dieta más común de las aves rapaces son los roedores, que realmente son el objetivo de los venenos. Cuando los roedores toman el veneno no mueren en el momento, sino a los pocos días. Además, muchas veces, al estar enfermo y verse alterado su comportamiento, el roedor tiende a una mayor exposición en el campo que facilita que los individuos envenenados sean cazados.
De esta forma el veneno llega a las rapaces que mueren por intoxicación. Estas sustancias venenosas son acumulativas, por lo que una vez envenenados roedores, este veneno pasa a toda la cadena trófica. Según el componente del veneno durará más o menos tiempo en los tejidos de los animales.
Algunas veces incluso las aves granívoras han ingerido estos cebos de veneno porque están preparados a base de cereal, por lo que ya hay estudios que demuestran presencia de residuos de estos, produciendo un importante debilitamiento, o incluso la muerte.
En el ensayo que os dejo al final, se especifica: “de cinco especies de aves rapaces estudiadas, Tyto alba (que es la lechuza) 85% y Accipiter nisus 89% tienen la mayor frecuencia de detección. Las aves rapaces diurnas presentan residuos de rodenticidas en un 62% de los casos, mientras que las nocturnas se eleva a un 78%”
Por tanto, estos venenos, muchas veces legales tienen efectos más allá de simplemente eliminar roedores que consideramos plaga en cultivos o intrusos en casa. De hecho precisamente al verse afectadas las rapaces, si desaparecen estas, los roedores se quedan sin depredadores y sus poblaciones aumentan, consiguiendo así todo lo contrario a lo que se pretendía con el rodenticida.
Fuentes: “Intoxicación por Rodenticidas en Fauna Silvestre” y SEO/BirdLife
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