El dicho “lágrimas de cocodrilo” para aquell@s que fingen una pena inexistente, tiene su origen en un hecho real: los cocodrilos “lloran” continuamente, pero no está relacionado con ninguna emoción, estas lágrimas tienen otras funciones.
Los cocodrilos tienen tres párpados: el superior, el inferior y el nictitante, una membrana que les protege cuando quedan sumergidos en gua pero que al ser transparente les permite ver. Una de las funciones de estas lágrimas es proteger los ojos fuera del agua manteniéndolos lubricados. Esto es importante, ya que la visión es uno de los sentidos de gran importancia para la caza en estos reptiles. La glándulas lacrimales van secretando el líquido que va acumulándose en torno al globo ocular, llega un momento en que empieza a derramar, por lo que parece que empieza a llorar.

Además de lubricar, limpia los ojos de impurezas y puede servir para expulsar los excesos de sal. Estas lágrimas cargadas de sales son aprovechadas muchas veces por insectos que se paran a beberlas consiguiendo así electrolitos, como podéis ver en la foto.
Estudios publicados en Journal of Experimental Biology, demuestran la gran adaptación que tienen en los ojos para conseguir tener una gran visión aún bajo el agua.
En teoría deberían ver entre 6 y 7 veces más borroso que el ser humano, sin embargo, estas adaptaciones consiguen compensarlo. Tienen una fóvea (zona sensible a la luz con las células fotorreceptoras) alargada, algo muy curioso ya que la forma habitual de ésta suele ser circular.
Esto le permite tener una gran visión en la línea horizontal, y unido a que ojos, oídos y orificios nasales están en el mismo plano pueden oir, respirar y ver perfectamente sin moverse manteniendo su cuerpo sumergido en el agua. Sus lágrimas se encargarán de humedecer los ojos en la espera de la presa.
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