La malaria es una enfermedad provocada por parásitos (plasmodios) que se transmiten a través del mosquito Anopheles gambiae. Por ello, para mitigar la enfermedad se utilizan insectividas que maten a los mosquitos, así sin vectores paramos la transmisión de esta.
Sin embargo, no sólo la mayor reproducción por la influencia del calor en el ciclo de vida de los mosquitos debido al cambio climático prevee un aumento en su dispersión: los últimos estudios demuestran que los mosquitos ya han desarrollado resistencia a estos insecticidas.
En un estudio publicado en Plos Biology (os lo dejo en bibliografía citado y con link), se hicieron 6.423 observaciones de la prevalencia de resistencia a los insecticidas de control más importantes. El estudio muestra una gran visión de la situación: se ha realizado en más de 1000 puntos diferentes en distintos países de África y recolectando muestras desde 2005 a 2017, por lo que da información no sólo de la actualidad sino de cómo ha evolucionado y qué tendencia existe.
Por un lado, en África occidental, la resistencia a los piretroides, la única clase de insecticidas utilizados en todos los mosquiteros tratados, aumentó drásticamente: en 2005 sólo el 15% de los mosquitos mostraban resistencia, sin embargo en 2017 (con tendencia de aumento) la resistencia alcanzó hasta el 98%.
Por otro lado, en África oriental, la resistencia a los piretroides aumentó sólo del 9% al 45%, pero en este caso se le suma la resistencia al DDT, otro químico que se pulveriza para matar a los mosquitos.
Dado que la malaria provocó en 2018 más de 400.000 muertes, y que las reducciones de casos entre 2005 y 2015 en gran medida se debieron a las mosquiteras pulverizadas con piretroides, nos encontramos ante una situación complicada: si ahora los mosquitos son resistentes a estos insecticidas, las redes quedan obsoletas y tenemos que buscar nuevas soluciones.
En 2019 se publicó un estudio en Nature (os lo dejo también en la bibliografía), en el que al estudiarse la resistencia en mosquitos a los piretroides, encontraron que existe una proteína, llamada SAP2, que se encuentra en las patitas de los mosquitos y que se produce en altas cantidades (hay una sobre expresión) en mosquitos resistentes.
Se cree que esta proteína “secuestra” al insecticida directamente al entrar en contacto con las redes de las mosquiteras, de forma que no llega al sistema nervioso del mosquito, que es la forma en la que les hace daño, y así se libra del efecto del insecticida.
Está claro que la resistencia a los insecticidas en los mosquitos está aumentando, y puede dejar obsoletos los métodos que han funcionado para ir paliándola, por lo que se hace urgente investigación y nuevas metodologías.
Bibliografía
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