PLACAS SOLARES: BENEFICIOS Y DRAMAS

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El GRAN DILEMA para dar con la clave que frene las emisiones de dióxido de carbono y parar el cambio global pasa por la energía. TODO lo que hacemos cada día genera un gasto energético. Desde que te levantas hasta que te acuestas estás consumiendo energía aún sin que encendieras ningún aparato electrónico. 

Lo que comemos, vestimos o lo que consumimos supone en cualquiera de los casos un consumo de energía. Por tanto hay que ser conscientes de que es inviable pensar que tenemos que vivir sin consumir energía, menos en un mundo tan tecnológico como en el que vivimos actualmente.

De ahi, que sea clave encontrar una fuente de energía renovable, que nos permita mantener un sistema sostenible a largo plazo. Entre las propuestas sobre la mesa se ha puesto muchas veces la energía solar, a través de los famosos paneles fotovoltáicos.

En España, donde tenemos una media de 2.500 horas de sol al año, esta parece una solución muy efectiva. Y de hecho, instalada en cada casa, cada fábrica, cada empresa, buscando el autoconsumo se podría ahorrar millones de toneladas de CO2 al año.

¿Dónde está la pega entonces?

Por un lado en las grandes extensiones de placas solares que se están instalando rápidamente y creciendo durante los últimos años. Los “megaparques solares”.  Estas placas se instalan normalmente en zonas rurales, cambiando en muchos casos el uso del suelo (hasta ahora nadie había pensado en los paneles fotovoltaicos), y que por supuesto tiene un impacto en el ecosistema. 

Suelos antes destinados a la agricultura u otros usos pasan a ser convertidos en terreno para estos megaparques. Durante su diseño y construcción, hay formas y formas de hacerlo. Es cierto que es obligatorio una evaluación de impacto ambiental, además de numerosos permisos. Pero si viajáis en coche por carretera cruzando Extremadura podréis comprobar con vuestros propios ojos cuántas hectáreas han sido ocupadas utilizando herbicidas que eliminen cualquier ser vivo que pueda dar sombra y disminuya así la producción de energía. Aunque ya están prohibidos.

Foto: por Sara Pinto

No todos los proyectos son así, claro, ya hay muchos en combinación con ganadería u otros usos, se avanza gracias al trabajo del sector ambiental para que al menos se haga de la forma más compatible posible, respetando la fauna que había previamente o con medidas compensatorias. 

Hace ya dos años que un grupo de 23 científicos del CSIC advirtieron de la pérdida de biodiversidad que suponen normalmente la construcción de las megainstalaciones fotovoltaicas y eólicas. Lo hicieron en una carta publicada nada más y nada menos que en Science, una de las revistas científicas más prestigiosas a nivel itnernacional. 

Podéis verlo aqui: https://www.science.org/doi/10.1126/science.abf6509

Por los terrenos que se suelen escoger, estos macroproyectos afectan a especies de aves esteparias, que ya de por sí se encuentran en grave peligro. Sisón, gangas, o aguilucho cenizo han visto decaer sus poblaciones gravemente en los últimos 15 años, y estas instalaciones fotovoltaicas no les ayudan para anda: al contrario, amenaza aún más su hábitat. 

Son también un problema para las aves migratorias. La planta fotovoltaica más grande del mundo se encuentra en el desierto del Mojave, alimenta a 140.000 hogares de California y supone 350 mil espejos, que generan calor. Se ha comprobado que esta estructura se ha convertido en un cementerio para las aves y otros animales que pasan volando (o lo intentan) por encima de ella: incinerara en pleno vuelo a 28 mil aves al año, con una media de un ave cada dos minutos. Estos son datos que se conocen desde 2014. Así que a estas alturas que han crecido mucho las  instalaciones por todo el mundo podéis imaginar las cifras cómo avanzan.

Una maravillosa foto del fotógrafo Henry Do muestra la espectacularidad de los espejos de Ivanpah
Foto de Henry Do. Planta fotovoltaica más grande del mundo.

Dada la ubicación de la Península Ibérica, tiene una gran importancia en el paso de aves migratorias entre África y Europa cada año. Es cierto que también la tecnología fotovoltaica avanza cada año y cada vez se necesita menos espacio para producir la misma cantidad de energía que hace un año atrás.

Pero… ¿cómo se plantea el futuro de esta energía en España? Lo cierto es que que en 2021, la comunidad de Extremadura ya lidera la producción de energía solar, con 3.877MW en servicio. Esto suponía que ya se acercaba al objetivo según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) establecido para 2025. 

A nivel nacional, existen proyectos que de ser aprobados duplicarían los objetivos del borrador PNIEC para 2021-2030. En marzo de este mismo año, el Gobierno anunciaba que se acelerarán “aquellos proyecto con hasta 75 MW de capacidad en energía eólica y 150 MW en solar fotovoltaica”.

En el caso de Extremadura podéis ver en esta tabla el crecimiento de esta energía:

Si se aprueban todos estos proyectos que están en cola, igual que los de los parques eólicos, se alcanzarán los objetivos de energía renovable y de reducciones de emisiones en el sector mucho antes de lo que tenemos establecido en los propios planes nacionales, pero también a lo que nos comprometemos a nivel internacional.

Entonces… ¿para qué tanta energía solar? Para Europa. Esto daría para otro post súper largo, que probablemente en algún momento abordaremos, pero mientras os recomendamos leer este artículo: https://elpais.com/especiales/2021/extremadura-la-pila-verde-de-espana/

Entonces, ¿queremos o no queremos energía solar? Es obvio que necesitamos las renovables, y que pueden ser una gran solución. Pero como en la carta de lxs científicxs se indica, hay que tener en cuenta que suponen un impacto ocupando “cientos de miles de hectáreas y no hay forma de compensar la enorme cantidad de hábitats valiosos que podrían perderse”

Dejan claro además que las energías renovables son necesarias, pero que tenemos que buscar la coexistencia con la biodiversidad. Si no, lo que ganamos por un sitio lo perdemos por otro. Para lograrlo hay que buscar la coexistencia a través del autoconsumo, es necesaria una muy ambiciosa y exigente planificación, con evaluaciones ambientales que reflejen bien la realidad del impacto.

En el diseño de nuevos edificios y de las ciudades del futuro, la energía solar puede jugar un papel crucial. Además, la placa solar en nuestro propio edificio no sólo reduce el impacto ambiental al no ocupar el hábitat de estas especies de las que os hablábamos, sino que reducimos el gasto energético y de recursos que supone el traslado de la energía desde las zonas rurales hasta la ciudad.

Porque en todo este asunto una vez más, son las zonas rurales las que proveen a las grandes ciudades, con todos los cambios que suponen a nivel social, paisajístico, cultural y natural.