SIN ELEFANTES NO HAY SELVA

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Cada año se matan unos 25.000 elefantes de forma ilegal para conseguir el marfil de sus colmillos. Desde 2010 se matan más elefantes que nacen, y si sigue creciendo el mercado ilegal del marfil a este ritmo, en 2050 el elefante africano se habrá extinguido.

Samuel Wasser,  biólogo y director del Centro de Biología de la Conservación de la Universidad de Washington, indica en sus estudios que entre agosto de 2005 y agosto de 2006, las autoridades africanas incautaron de más de 23.000 kilogramos de marfil de contrabando. Sin embargo, se sabe que los agentes aduaneros sólo logran detectar un 10% del contrabando. Por lo tanto, la cifra real serían unos 234.000 kilogramos de marfil. Este marfil va al mercado negro de china, desde donde se extiende al resto del mundo como codiciados objetos de lujo o souvenirs exóticos.

Wasser además, indica que las consecuencias no sólo afecta a la especie, sino que estaríamos rompiendo por completo el equilibrio del ecosistema si desaparecen los megaherbívoros. Un estudio, en este caso con elefantes asiáticos y rinocerontes, y realizado por un equipo internacional de investigadores (con participación española), afirma que la progresiva desaparición de estos mamíferos pondría en peligro crítico la integridad estructural y la biodiversidad de las selvas tropicales del sur de Asia.

Los elefantes y rinocerontes son los grandes dispersadores de semillas, por lo que ni siquiera los tapires asiáticos que podrían coger este rol serían suficientes para permitir que la selva siguiera creciendo. Además las especies que dependen de los elefantes y rinocerontes para su dispersión serán cada vez más raras, podrán llegar a desaparecer, y permanecerán las que sólo dependen del viento u otros vectores. De este modo disminuirá la biodiversidad, puesto que habrá menos variedad de especies vegetales, que a su vez afectarán al resto de la cadena alimentaria, incluido a los propios elefantes.

La única solución: detener la caza y comercio ilegal del elefante y crear medidas y programas de conservación. Pero sin lo primero no tendría éxito lo segundo.

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