DESPOBLACIÓN RURAL Y CONSECUENCIAS AMBIENTALES

La despoblación de las zonas rurales es un hecho y un problema creciente. Para que os hagáis una idea, en España en el 93% del territorio residen tan sólo un 20% de la población española y en el 53% del territorio tan solo vive el 5% de la población, viéndose este 53% de territorio en una situación de progresiva despoblación.

Además la ONU calcula que el 68 % de la población mundial será urbana en 2050. La población residente en áreas urbanas habrá sumado 2.500 millones de personas en todo el mundo en 2050, hasta representar el 68 %, y ese incremento se concentrará en Asia y África, según cálculos divulgados hoy por Naciones Unidas

Esto nos lleva a unas zonas rurales cada vez más despobladas y de población envejecida. Aunque normalmente se habla de las consecuencias a nivel socioeconómico, a nivel ambiental esto tiene un fuerte impacto.

A priori nos puede parecer que el hecho de que el ser humano se concentre en núcleos urbanos puede provocar que la naturaleza recupere todo el territorio perdido en zonas rurales y que puede servir par recuperar zonas salvajes.

Eso puede ocurrir, pero lo cierto es que a gran escala los informes preveen lo contrario: el éxodo de las ciudades hacia los pueblos aumenta el riesgo de consecuencias negativas para el medio ambiente.

La desertización 

La actividad económica de las zonas rurales suele estar relacionada con el sector agrario. El modelaje del paisaje a lo largo de cientos de años se ha hecho según estas actividades, antes de que aparecieran las nuevas técnicas intensivas no sostenibles a nivel ambiental. El éxodo hacia las ciudades y una población rural envejecida, hace que se acaben abandonando campos de cultivo, pastos, incluso bosque. Esto lleva a un descontrol sobre un paisaje que había sido modelado por el ser humano.

Como consecuencia de ello se obtiene una mayor aridez y sequía. Unido a las condiciones de cambio climático el proceso de desertización se ve incrementado.

Pérdida de biodiversidad

Imaginemos el campo sin ganado (en extensivo), sin los animales salvajes que viven en asociados a zonas donde reinan la agricultura y la ganadería. Imaginemos que desaparecieran olivares, los campos de almendro o el viñedo en los secanos, que no haya agricultores y ganaderos que actúen activamente en la prevención de incendios. Hay algunas aves como lechuzas y mochuelos que han quedado totalmente vinculadas a zonas de agricultura, sin ella se enfrentarían a un nuevo cambio.

La agricultura puede ser sostenible, y de hecho la riqueza de biodiversidad en, por ejemplo, olivares ecológicos está más que demostrada, si se pierden esas prácticas tradicionales y esos cultivos quedan abandonados, si no derivan en una desertización es muy probable que sean adquiridos para agricultura intensiva, y esta supone un grave riesgo para la pérdida de la biodiversidad.

Los incendios forestales

WWF ha elaborado un informe muy interesante llamado “El Polvorín del Nordeste” (lo tenéis en las fuentes bibliográficas) en el que se explica (textualmente):

El abandono de cultivos y el cese del pastoreo han contribuido al aumento de la superficie forestal y a la pérdida del paisaje en mosaico. Estas nuevas superficies abandonadas, en las que no se han definido unos objetivos claros sobre el futuro que se quiere o se espera de ellas, son claro pasto de futuros incendios. En Galicia, los porcentajes de abandono de la superficie agraria útil rayan el 30%, lo que es un contrasentido teniendo en cuenta que la región es importadora neta de productos agrarios, algo que también ha sucedido en Portugal aunque no de forma tan acentuada.

Cambio Climático

Todos los factores anteriores afectan a la pérdida de cubierta vegetal, que deriva en pérdida de biodiversidad, y mayor erosión. Estos son factores que agravan las consecuencias del cambio climático.

Erosión 

La existencia de cultivos permanentes en secano, como hemos visto, sirven para mantener el paisaje y la biodiversidad. Los cultivos sostenibles mantienen una buena gestión de los suelos y evitan la erosión, por tanto se hace necesario el mantenimiento de dichos cultivos y el fomento de la agricultura de conservación

¿Cuáles son las soluciones?

En primer lugar fomentar y potenciar las actividades económicas que permitan rejuvenecer las poblaciones de zonas rurales.

En segundo lugar fomentar las prácticas agrarias sostenibles, son una de las mejores herramientas en la lucha contra el cambio climático y la desertización. Igual que una agricultura intensiva es totalmente perjudicial, la tradicional, la que se hace de forma sostenible es una garantía de biodiversidad.

Fuentes bibliográficas:

https://www.miteco.gob.es/es/parques-nacionales-oapn/proyectos-de-cooperacion/iberomab2018_tcm30-506841.pdf

https://wwfes.awsassets.panda.org/downloads/informe_incendios_forestales_wwf_2018.pdf