Durante mucho tiempo se pensó que en la zona de los fondos marinos a la que no llega la luz no era habitada por seres vivos, ya que era imposible que existiera un ecosistema en el que no hubiera organismos autótrofos (como las plantas y las algas) que hicieran la fotosíntesis y pudiera así producir “comida”.

Sin embargo, a día de hoy se sabe que existen organismos capaces de vivir a más de 5km de profundidad. Desde que comenzó el proyecto Censo de la Vida Marina (CVM), no han parado de descubrirse especies, como este octópodo al que han denominado “Dumbo” por la semejanza de las aletas a unas grandes orejas.
La supervivencia de estas especies se debe en gran parte a que aunque la mayoría de la materia que se considera “comida” se produce en la superficie, esta cae al fondo marino. De este modo, los organismos que viven en estas zonas tan profundas se alimentan de las partículas que llegan al fondo y no han sido ingeridas a lo largo de la columna de agua por encima de ellos. Sin embargo los últimos años este aporte de partículas está disminuyendo, por el contrario la acidez y la basura en el fondo si aumenta, lo cual pone en peligro especies que aún ni conocemos.
Los océanos son la porción más grande de la biosfera, y de hecho más de 200.000 especies viven en él. Según la profundidad (y por tanto la luz y partículas de alimento que llega) existen diferentes zonas:
- Epipelágica: hasta los 100-200m de profundidad.
- Mesopelágica: hasta los 1000m.
- Batipelágica: hasta 4000m.
- Abisopelágica: hasta 6000m.
- Hadopelágica: hasta el fondo de la llanura abisal.
Las grandes profundidades se caracterizan por tener una gran presión, la ausencia de luz constante y la temperatura fría. Por debajo de la región mesopelágica esta temperatura se acerca a los 0ºC. La zona mesopelágica también se conoce como zona crepuscular, y por debajo de ella hay un mundo en completa oscuridad dividida en tres zonas : batipelágica, abisopelágica, y hadopelágica.
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