Aunque incluso parezca que la morena sonríe para posar ante la cámara para esta foto, ¡Que no os engañe! En realidad es que nadan con la boca así de abierta, puesto que está bombeando agua y en su interior guarda unos poderosos dientes.
A pesar de ser peces óseos, la familia a la que pertenecen tienen características que les diferencian mucho del resto, dando ese aspecto como de serpiente, ya que sus aletas caudal, dorsal y anal están ocultas y bajo una funda dérmica y mucosa que recubre todo su cuerpo sin escamas.
Otra llamativa característica es que presentan una doble mandíbula: no sólo poseen los dientes y la mandíbula que podemos apreciar de forma normal, sino que en la garganta ¡Esconden otra! Puede que en estas imágenes lo veáis mejor:
Durante el día suelen permanecer escondidas, asomando sólo de vez en cuando la cabeza, pero durante la noche salen a cazar. Cuando la presa está cerca succionan y con ayuda de las mandíbulas faríngeas consiguen terminar de desgarrar a la presa. Popularmente se ha dicho muchas veces que sus dientes tienen veneno pero la realidad es que las heridas por sus mordeduras a veces se complican porque poseen una rica flora bacteriana que al causarnos una herida puede llevar a una infección.
En cualquier caso, de manera natural no son animales agresivos, sólo muerden si te confunden con una presa (y no tienen demasiada buena vista) o se ven realmente amenazadas. Su sangre si contiene toxinas, aunque en muchas partes se utilizan como alimento puesto que a partir de los 75º deja de suponer un peligro.
Muchas leyendas las han hecho parecer junto a los tiburones peces malvados, muy peligrosos, pero si buceáis entre ellas descubriréis que no son precisamente las chicas más conflictivas. En las costas mediterráneas podréis encontrar fácilmente a la morena mediterránea Muraena helena.