CUANDO SE ROMPE EL EQUILIBRIO DE LOS ECOSISTEMAS: LLEGAN LAS PANDEMIAS

Con la llegada de una pandemia a la escena como la Covid19 se ha dado importancia a algo que la ciencia ya había puesto puesto sobre la mesa: la pérdida del equilibrio en los ecosistemas y las amenazas a la biodiversidad está relacionada directamente con el incremento de enfermedades zoonoticas.

Estas, llamadas también zoonosis, son enfermedades que tienen su origen en otras especies animales y que acaban afectando en este caso a los seres humanos.

Según el informe de WWF “las zoonosis causan alrededor de mil millones de casos de enfermedades y millones de muertes cada año. Por todo ello se considera que las zoonosis transmitidas por animales silvestres podrían representar la amenaza más importante para la salud de la población mundial en el futuro. La propia OMS ha incluido la llamada “enfermedad X” en su listado de los patógenos infecciosos que representan una mayor amenaza para la salud global por su potencial epidémico.”

Pero ¿Qué tiene que ver la destrucción de hábitats con que aumenten este tipo de enfermedades? En primer lugar, en la naturaleza existe un reservorio de virus y patógenos que en un equilibrio sin alterar se distribuyen en los diferentes ecosistemas sin que lleguemos a estar en contacto con ellos. Pensemos en una selva por ejemplo: si el humano no entra en esa selva no entra en contacto con el virus.

En un estado equilibrado, habrá depredadores que controlen a los individuos infectados, lo cual mantiene también a ralla esta transmisión de enfermedades. Existen más factores, como el llamado “Efecto de dilución” este consiste en que cuando en un ecosistema viven más especies e individuos, el virus se “diluye” entre todas ellas y acaba encontrando con un hospedador que la frena.

Con los datos actuales sabemos que el planeta ha perdido un promedio del 60% de las poblaciones de vertebrados en poco más de 40 años, y de forma generalizada se habla de la sexta extinción masiva. Esto es un claro ejemplo del desequilibrio que estamos causando.

Además hay que tener en cuenta que el cambio climático provoca un efecto amplificador de todo esta situación: desde modificar ciclos de vida de determinadas especies como mosquitos, el cambio en las zonas de dispersión de las especies que hace que lleguen enfermedades a donde antes no estaba, o la actuación directa sobre lo ecosistemas acelerando la pérdida de biodiversidad y los cambios climatológicos.

Pero, ¿como llega al humano estas enfermedades que están en otras especies? En primer lugar tenemos la deforestación por la tala y destrucción del propio hábitat: el ser humano rompe las barreras naturales que le protegía y entra en contacto con los virus a la vez que destruye hábitats.

El tráfico ilegal de especies, que mueve al año entre 8.000 y 20.000 millones de euros, saca a la fauna de su hábitat y facilita la transmisión de enfermedades a las que no nos habíamos enfrentado antes.

Además, nuestro modelo agrícola y ganadero tampoco es sostenible y también está relacionado: casi el 75% de los recursos de agua dulce se dedican a la producción agrícola o ganadera, con el impacto que supone para la conservación de los ecosistemas naturales.

Además, en el caso de las granjas intensivas, se da una situación que aumenta la tasa de transmisión de cualquier enfermedad: muchísimos individuos en espacios reducidos, tal y como la misma Jane Goodall indicaba hace pocos días en un webinar que relacionaba fauna, pandemias y sistemas intensivos y que podéis ver en este link. 

Con todos los datos sobre la mesa no queda más remedio que hacer un replanteamiento del sistema y ponernos manos a la obra para cambiarlo. La ciencia lleva años advirtiendo y el coronavirus de este año no va a ser un hecho aislado.

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